Señor crítico: Hablar mal del trabajo de los demás es muy fácil.
Por TULIO Recomienda
Ahora
resulta, y de la misma equivocada manera que sucede con el vino, que
hay que convertirse en especialista para poder comer y opinar sobre lo
comido.
Antes de empezar la defensa y protección de los
derechos de los actuales comunicadores gastronómicos, pisoteados
recientemente por un crítico, quiero expresar, y a diferencia de este,
la admiración que siento por la presente virtualidad y democracia de la
gastronomía, y por los nuevos generadores de contenido. Me refiero a las
Redes Sociales y a la importancia que han adquirido como mecanismos de
difusión justa e incluyente: Facebook, Instagram, Twitter y los Blogs se
han convertido en la potente voz de muchas comunidades, entre ellas, la
compuesta por una serie de sibaritas, foodies, gourmands, gourmets o
simples comelones profesionales como yo, que se han apoyado en la
tecnología para acercar el mundo de los fogones al corazón de una
población que hace años se desconectó del placer y del conocimiento
culinario. Por eso me duele cuando, sin razón alguna, se violenta el
trabajo de los jóvenes creadores, quienes con pasión, buenas intenciones
y correctas acciones luchan por expresar sus ideales y sus gustos. Todo
esto surge al encontrarme con las palabras de un crítico de cocina, a
quien aprecio y admiro, cuya dureza y descortesía narrativa me
propinaron una fría cachetada. Su comentario, despectivo e hiriente
publicado en Facebook el 28 de Marzo, ataca abiertamente a los actuales
redactores: “Es necesario que empecemos a diferenciar a la gente seria
de los, digamos, foodies que hacen lo que sea para intentar sobrevivir
de la gastronomía en Colombia: entrevistan a "artistas" venidos menos,
promocionan restaurantes que les pagan por hablar bien de ellos,
organizan "eventicos" en cualquier esquina con sus amigos cocineros, se
atragantan para romper un récord, etc...”. Fue doloroso para mí leer sus
mal usadas y agresivas palabras, en especial viniendo de un líder como
él, pues hasta ahora he considerado su pluma, aunque incisiva;
inteligente, elegante y respetuosa. Por esta razón no logro comprender
el absurdo de referirse a ser humano alguno, como cita a los
profesionales del espectáculo que están siendo entrevistados en un
programa gastronómico de Medellín, con la fatal apreciación “artistas
venidos a menos”, ¿cómo puede alguien denigrar de tal manera a sus
semejantes? o peor aún, el atrevimiento de burlarse del trabajo de apoyo
a una necesaria labor de difusión para los restaurantes con la
peyorativa expresión “eventicos en cualquier esquina”, cuando los
eventos y espectáculos gastronómicos que se organizan y celebran hoy en
la ciudad, han demostrado ser profesionales, exitosos y de gran utilidad
para los comensales inquietos. Que injusto que se ataque de esta manera
desmedida e insultante.
¿Por qué me duele tanto? Primero,
porque llevo mucho tiempo congregando y apoyando a los nuevos
comunicadores gastronómicos que lideran portales como “GastroGlam”, “soyVINO.com”,
“Donde Comer”, “What Ever Gastronomy”, “Salí a Comer” y a una infinidad
de luchadores que desde diferentes puntos de Colombia le están metiendo
el pecho al tema culinario; algunos sin recibir más pago que la
satisfacción, otros recibiendo apenas lo justo por su trabajo; para que
alguien, por el hecho de tener poder en su pluma, decida
menospreciarlos. Segundo, tengo una teoría sobre la cual rijo mi vida:
Hablar mal de los demás es muy fácil, el verdadero reto es encontrar las
cosas buenas, y hablar bien. Apoyar y aportar, nunca enlodar. Conozco
el trabajo “serio y apasionado” de muchos de estos jóvenes, puesto en
duda en la publicación de Facebook, y avalo el intento por expresar sus
sentimientos alrededor de lo servido y lo comido, como puede hacerlo
cualquier persona. Ahora resulta, y de la misma equivocada manera que
sucede con el vino, que hay que convertirse en especialista para poder
comer y opinar. Propongo: No es momento de detener a quienes intentan
contribuir, hay que guiar y animar.
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