Restaurantes de Medellín para comer CHICHARRON


Rey de nuestra cocina popular
-5 Restaurantes para comer CHICHARRÓN-

Por Tulio Zuloaga

El cerdo en la cocina, tiene una larga historia y una profunda presencia cultural. Tan influyente, que hasta por sagrado lo tuvieron los antiguos griegos, quienes aseguraban, era la mascota de Zeus. Pero hemos sido los colombianos quienes lo hemos elevado a nuevos y grandiosos umbrales gastronómicos.

Es cierto, o al menos eso quiso decir el chef Anthony Bourdain cuando visitó estas tierras, para salir profundamente convencido del buen trato que se le daba en Antioquia, y en general en Colombia, a la carne de Cerdo. Por mi parte debo reconocer que es deliciosa, brillante, con carácter... y es hermosa al paladar. Similares palabras salieron del corazón de Ferrán Adriá, considerado por muchos el mejor cocinero del mundo, quien expresó tras probar algunos "carnudos multipatas": “Me doy cuenta que no he venido a enseñar, he venido a aprender”. Bella inspiración y reconocimiento a nuestras técnicas y productos.

Los colombianos tenemos una gran cercanía, una unión casi familiar con este pariente del jabalí, cuya historia ha estado ligada al desarrollo del ser humano y a su prestigio desde mucho antes del neolítico. Está tan metido en nuestro ADN que es difícil imaginar que es un animal foráneo: Llegó con los colonizadores españoles y con ellos aprendimos todo sobre su cría, preparación y utilidad, sin desconocer que los africanos traídos como esclavos, resguardaron y enriquecieron gran parte de las recetas que hoy blandimos como nuestras. Un animalito que se entrega con nobleza, útil desde el hocico hasta la punta del rabito, desde la sangre hasta la piel. Por ello es común escuchar a los cocineros franceses decir: "Dans le cochon, tout es bon" - "Del cerdo todo es bueno". Perfecto en constitución, fácil de manejar, económico y con unos ciclos de reproducción cortos, razón por la cual, se convirtió en "El Rey de la cocina popular" de muchos países. De él se han desprendido geniales recetas, como la morcilla, sobre la cuál Platón reconoció a Aftónitas, consumado cocinero de la antigua Grecia, como su creador. Hoy quiero dedicar unas letras a otra de esas chispeantes preparaciones, quizás la más idolatrada en nuestra cultura: El Chicharrón. Ese divino trozo de piel con carne cuyo nombre parece provenir de la corteza dura de algunos árboles y que por extensión y similitud, se le aplicó al resultado de la fritura de esta pieza.

Sin restar importancia a los tradicionales y bien logrados chicharrones de lugares como El Trifásico, Sancho Paisa, La Gloria de Gloria, Doña Rosa y Queareparaenamorarte entre otros, pretendo dar una mirada diferente, traer a estas líneas a creadores cuyos secretos y esmeradas técnicas, han sublimado lo típico, otorgando nueva luminosidad a tan ancestral preparación. Chicharrones que se han convertido en sabrosas obras de arte y para hacer volar los corazones de los comensales ávidos de nuevas sensaciones.

EL CHICHARRON CON LIPOSUCCIÓN de Casa Molina.
Un trozo de tocino barriguero, al que el chef Alvaro Molina, cuál experto cirujano, le retira el exceso de grasa. Luego de marinarlo con ajo triturado, vinagre, tomillo y sal, lo cocina a fuego lento en un caldo de verduras, para terminar dorándolo sobre una sartén.

CERDO 2 VECES de Carmen Restaurante.
Un solomillo de cerdo que ha sido cocinado pacientemente en leche. Paso siguiente: se baña en su propia reducción. La piel que le cubre, el chicharrón, se trata por separado y se enriquece con azúcar de palma y tamarindo.

EL SEVICHE  de CHICHARRON de Marmoleo.
Un corte delgadito y seco que se logra al rebanar el tocino barriguero que previamente ha sido aliñado con laurel, tomillo y orégano. Luego es enrollado y congelado hasta que endurece lo suficiente para ser rebanado en milimétricas lonjas. Es servido con una ácida leche de tigre. Al juntarlos, la combinación entre la aspereza de las láminas retorcidas del chicharrón y la jugosa frescura de la cebolla y el limón, lo convierten en una explosión gustativa.

EL CHICHARRON de La Cantaleta.
"Esto no es chicharrón, es pernil", suelen decir divertidos algunos clientes, refiriéndose al hecho que es uno de los más carnudos y deliciosos que se pueden encontrar en estas tierras. Trozos abundantes de carne que son freídos a la minuta para lograr el más sublime bocado.

EL COSTICHI de San Carbón.
Un corte longitudinal de la costilla del cerdo; carne y chicharrón unidos para ser braseados por largo tiempo en la parrilla, alcanzando un gozoso nivel de crocancia y el inconfundible perfume del humo y la madera.


Estos 5 restaurantes de Medellín, y seguramente me faltarán muchos más, se convierten en dignos representantes de nuestra actual sapiencia culinaria, la que se basa en el respetuoso equilibrio entre la tradición y la renovada creatividad de los cocineros de esta tierra.

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