La masa que se convierte en amor


Verdadera alquimia
“La masa que se convierte en amor”

Por Tulio Zuloaga

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Este asunto, el del arte repostero, es quizás uno de los que más me apasiona cuando de cocinar y transformar los alimentos se trata ¿Por qué? Más allá del gusto generalizado por el dulce, la parva y la masa, existe en él un tipo de magia capaz de derretir los corazones y curar el alma. Por eso los enamorados regalamos tortas, pasteles y ponqués. A través de ellos es fácil expresar profundos sentimientos. Lo azucarado tiene que ver con el espíritu, estoy seguro. Este arte se refiere a común-unión entre el ser humano y su Dios. En él, lo humano y lo divino se fusionan, se mezclan, se cocinan y, al igual que lo amasado, se convierten en uno solo. Hoy 2 encuentros reposteros que me transformaron la vida

El FRACASO de CHOCOLATE
Hace 4 años conocí a una grandiosa y sensible cocinera: Sylvia Bravo de Londoño. Ella había sido capaz, a través de su libro "Partituras Culinarias", de amalgamar 2 de mis amores: La música y la cocina. Me contó sobre su famosa torta: "El Fracaso de Chocolate" y la divertida historia detrás de ella. Se llamaba así, porque nunca supo cómo desmoldarla. Luego me sirvió un trozo de la misma y orgullosa me vio saltar de la emoción. Recuerdo que pedí permiso, la abracé y le agradecí este suave e inolvidable regalo. Eso fue en el 2010, como consta en la firma del libro que me regaló. Desde ese entonces hasta hoy, el recuerdo de aquel bendito Fracaso de Chocolate me ha acompañado en mi camino sibarita. Supe tiempo después que Sylvia había partido, que ahora danzaba en las cocinas del cielo. Desesperanzado asumí que la receta de aquel pedazo de felicidad se había perdido para siempre. Cuatro años más tarde, me encontré una repostería que logró elevar mis sentidos a niveles in-imaginados. Una pastelería capaz de producir las más dulces y mullidas emociones: La Petite Madeleine. El fin de semana pasado, uno de sus dueños, Ricardo Londoño, puso sobre mis manos una torta llamada "Placer de Chocolate". Cuando la probé sentí un tirón, un torbellino que me devolvió a aquel 16 de Marzo de 2010. Otra vez, de ojo aguado y corazón henchido, pude sentir el cálido abrazo de aquella poeta culinaria ¿Cómo es posible. Juraría que se trata del Fracaso de Chocolate? Ricardo, con la misma sonrisa orgullosa de Sylvia, respondió: "Era la torta de mi mamá. Aprendí a desmoldarla". Y en esa sonrisa volví a encontrarme con aquella dulce cocinera ¿Cómo no me di cuenta antes? Ricardo Londoño, Sylvia Bravo de “Londoño”, si yo, más que nadie, estoy convencido que la vida es eterna para los verdaderos poetas culinario. Ahora entiendo la fascinación que me produce este lugar y sus delicadas tortas, amasijos y postres. Sylvia no se fue, Sylvia sigue danzando en los tesoros culinarios de esta repostería.
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MIGAJAS DE GLORIA
Había escuchado hablar de una repostería llamada DIVINA Gracia y sobre la energía conmovedora de Catalina Estrada, su joven creadora. Debo aceptar que fue un encuentro luminoso. Al conocernos, corrientes de energía fluyeron entre nosotros, la creadora y el comelón y, aunque es muy joven aún, sus piezas pasteleras denotan una sapiencia que quizás vino con ella desde otra vida. Antes de probar bocado alguno le confesé: "Estoy seguro de la grandeza de lo que preparas, sé que voy a llorar de la dicha, pues tienes una energía tan linda, que de tus manos solo pueden salir migajas de gloria". Y no me equivoqué. Probé su Pie de Manzana, un pequeño cofre de masa cubierto con fragante canela y, por corazón, una dulce compota con trozos acanelados de la misma fruta. Qué bocado más increíble. Guardaré en mis papilas, y para siempre, este grato recuerdo como uno de los mejores de mi vida.
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