Un dato importante para comprender el vino y el asunto del añejamiento y su relación con el precio y la calidad. Se supondría que un reserva es más caro y mejor que un crianza. Un gran reserva, más caro y mejor que un reserva. Pero con la reciente revolución del vino y la modernidad, nos encontramos casos en que esta lógica pierde su validez. Esta es la clasificación general y válida, aunque en algunos países las regulaciones permiten nuevas categorías y procesos.
Un Vino Joven no requiere ningún tipo de crianza. Se cosecha, embotella y ofrece en el mismo año. Se trata de destacar la frescura y la fruta. Algunas veces son pasados por barrica, pero sin superar los 6 meses de guarda. Es mejor tomarlos el mismo año que dice la etiqueta. Tienen una vida útil de 2 o 3 años, así que: NO LOS GUARDES, ¡¡Tómatelos!!
Un Crianza requiere un envejecimiento de 2 años y como mínimo 6 meses en barricas de madera. El resto del tiempo, reposan en la botella. Esto les ayuda a que luego se puedan guardar algunos años, sin que se afecten.
Un Reserva requiere por lo menos 3 años de envejecimiento, de los cuales, uno debe ser en barricas de madera. Para estos se utilizan las mejores uvas del viñedo y se da un mayor cuidado a todo el proceso de elaboración y embotellado. Son vinos para guardar con tranquilidad.
Un Gran Reserva necesita 5 años de envejecimiento y, por lo menos, año y medio en barricas de madera. Para estos se utilizan, al igual que en un reserva, las mejores uvas del viñedo y se extreman los cuidados en los procesos de producción. Estos vinos son los reyes de la guarda.