LA GASTRONOMIA ES MI RELIGION


3 experiencias que transformarán tu vida.
No necesitas conquistar el mundo y comértelo. Con comer conscientemente y conquistarte a ti mismo, es suficiente para ser feliz.
Por @tuliorecomienda
tulio@soyvino.com

La Comida: El encuentro con la felicidad.

Cuando empieza un año las promesas y cambios son el menú del día. Por mi parte cerré el 2013 con el convencimiento de ayudar a generar una revolución de los sentidos. Salir de las sombras y abrir los gustos y el corazón a todo lo que tiene que ver con el consciente comer y beber. Algo me convenció con más fuerza de este propósito. En los primeros días de Enero me dediqué a descubrir restaurantes en Cartagena para publicar una lista de 20 imperdibles que los seguidores de mis redes estaban solicitando. Me encontré con grandes joyas y divertidas experiencias. Entre todas hubo una que me sometió, me sedujo, me elevó. Gracias a ella hoy puedo corroborar, con respetuosa certeza, que he alcanzado gran felicidad al aceptar la gastronomía como mi religión. Comprendo ahora la razón por la que Cristo se entregó en forma de pan y vino, y el hermoso motivo que impulsó a Buda, después de muchas privaciones, a alcanzar la iluminación tras un bocado de arroz con leche: Cocinar y comer, más allá del simple acto físico, se refieren a un suceso de común-unión entre el ser humano y su Dios. Gracias a esto, lo terrenal y lo divino se fusionan, se combinan, se cocinan y, al igual que lo amasado, se convierten en una sola mezcla. El restaurante donde experimenté tal epifanía se llama VERA. Luego de haber cenado allí, me sobrevino una súbita claridad y una profunda alegría, que sin duda alguna, fue resultante de un esmerado equilibrio culinario, ese que demuestra que para elaborar un plato triunfador no es necesario sofisticar, inventar, fusionar, de-construir o transformar. Basta cocinar con tal devoción, que el desenlace final no puede ser otro que auténtica alquimia: “La masa que se convierte en amor”.

Lo Tradicional: El regreso a la niñez.

De igual forma, y tras visitar LA HACIENDA, un restaurante de típica comida antioqueña en el centro de Medellín, comprendí mejor aquella reflexión que tantas veces he repetido: “Eres lo que comes”. Una vez sentado a la mesa, sus aromas y sabores me anudaron la garganta. Fue como reencontrarme con los espíritus de mis tías y recordar aquellas batallas de cocina de las que ellas, abrazadas por el calor y el crujir intimidante del aceite, siempre salían triunfantes. Desde las 4 de la mañana y hasta que el sol se despedía, esas mujeres y sus cocinas palpitaban y rugían sin descanso en un esfuerzo por entregar lo mejor. Que nostalgia y qué alegría al revivir tal euforia en LA HACIENDA y en su carta llena de sabores ancestrales: Sopas de guineo, guandolos, claros, sancochos, mazamorras, “frisoles” y tamales. Un respiro para el alma.
Les propongo también otros imperdibles de la cocina tradicional, para que vayan armando su propia ruta de sabores: La Casita de mi Abuela en Envigado, Asados Familia García en el Volador, Maru Rico en Guayabal y El Trifásico en Envigado.

La consciencia: El Viaje de los sentidos.

Hay que recordar, la gastronomía se refiere a una aventura, a ese desplazarse en el tiempo y en el espacio sin levantarse de la mesa, usando como único vehículo los sentidos. Ese es el reto de cualquier cocinero. Esto lo comprobé en uno de los espacios más innovadores y divertidos que he conocido en Medellín: KARTTA Restaurante. Resultó emocionante descubrir la naturalidad con que se desenvuelven entre la tradición y la modernidad logrando ingeniosas e incuestionables preparaciones. Sus platos son respetuosos y terminan convirtiéndose en ese anhelado “viaje de los sentidos”.  Otros restaurantes capaces de guiarte a los mejores momentos de tu vida: El Covacho frente a la Iglesia de la Veracruz, Artisano en el Poblado, Ollas y Calderos en el centro, Aquí paró Lucho en la Plaza Minorista y la Cebichería el Puerto, cerca de la Mayorista.

EL VINO: La salsa suprema.

Y para terminar este compendio de gratos y transformadores momentos, les recomiendo un vino: Louis Martini Sonoma County. Un Cabernet capaz de acompañar y convertir cualquiera de estas oportunidades gastronómicas, en verdaderas experiencias religiosas.