¿Se puede ser humano y tomar vino?
Los enamorados del vino deberíamos ser un poco más normales, si es que pretendemos popularizar la cultura del vino en nuestro país...
Lo mejor de esto, es que son los mismos especialistas quienes a diario, en entrevistas, artículos y a viva voz promulgan que es necesario bajar el vino al nivel del público: “que hay que desmitificarlo, volverlo algo sencillo, de simple gusto”; pero se olvidan de sus palabras al estar frente a una copa y lo pintan, como algo de otro nivel.
Muchos amigos, lectores de Gente del Vino, suelen expresarme en sus correos y mensajes, que les causa un poco de susto la actitud que toman ciertos "especialistas del vino" al dictar una cata: ¿Es que acaso no se dan cuenta que si siguen por ese camino, va a resultar más fácil no seguir tomando vino? Y los entiendo. Imaginemos el cuadro que les toca presenciar toda vez que son invitados a las popularizadas catas de vino: Un tipo, llámese Sommelier, enólogo, enófilo o "chicanero", que luce muy estirado, sosteniendo una copa por la base, casi-casi como si se le fuera a soltar, con tal delicadeza que cualquier mujer estaría celosa de tan delicada caricia. Mientras lo observamos, vemos como gira el líquido dentro de la copa, con semejante destreza, con tal entrega, que pareciera que el mundo se moviera en cámara lenta. Luego acerca el cristal de la copa a la nariz, y la hunde en ella, como si se tratara del ombligo de la mujer amada. Luego de algunos segundos, de ojos cerrados, y de aspirar los aromas primarios, secundarios y terciarios, le sobreviene una desbordada emoción, que expresada en palabras, suena más o menos así: "Este es un vino redondo, de gran complejidad; cuyo aroma a regaliz nos expresa a la perfección el carácter del terroir. Dulces taninos, añejamiento en barrica de roble francés y...” ¿Que? ¿Que qué dijo?
Los presentes tragamos saliva y nos sentimos realmente estúpidos de no poder encontrar todo ese regaliz, casis u orín de gato. Ñoños tratando de buscar los bichitos esos, los taninos, que supuestamente reposan dentro del chorrito que tenemos en la copa. Pero por temor a quedar mal, asentimos como si lo que dijera el expositor, fuera palabra de Dios; aunque muy en el fondo, no hallamos la hora de salir corriendo, con la certeza de haber aprendido algo muy importante: “A decir NO, cuando me vuelvan a invitar a una cata de vinos”. Bueno, sobre este punto debo reconocer que también existen catas dictadas por seres un poco menos elevados, quienes demuestran que se puede ser humano y tomar vino.
Para tranquilidad de todos: Estuve hace poco recorriendo las tierras del vino. En España tomé vino con Juan Muga, dueño de Bodegas MUGA, y nunca lo vi oler, girar o estirarse de la manera que lo hacemos aquí. El hombre probaba y sonreía con la seguridad de que su vino estaba rico, y nada más. Tampoco escuché a Javier Moro, de la casa EMILIO MORO, hablar del regaliz en sus vinos, o de la acidez típica de sus frutos. Para él lo importante era divertirse, compartir; no escuché que dijera o hiciera nada diferente a levantar la copa y agradecido cantar: “Salud”.
En Francia, Pierre-Jean Sauvion, uno de los enólogos más importantes, a quien le dije, “tus vinos tienen cierto aroma a almendras”, se rió y me dijo: “Eso no importa; si para ti tiene almendras, para mi chocolate o cualquier cosa que se me pase por la cabeza. Esa es la peor forma de acercarse al vino, déjale eso a los profesionales; tu nada tienes que encontrar. Solo quiero saber: Te gustó? –Me encantó, le respondí- Entonces ya sabes lo que hay que saber de vinos. El gusto es la verdad y PUNTO”. Palabras del representante de una familia de grandes enólogos, de estos que viven en castillos y respiran vino. ¿Qué me quedó? Hay que dejarse de tanta bobada y disfrutar el vino, por el simple placer de disfrutarlo. Y me sentí feliz.
Así que cuando te inviten a una cata, relájate, ve con la consciencia de que vas a pasar un rato agradable, pero no te sientas incómodo con nada de lo que te digan. Si aprendes algo, muy bueno, si no encuentras nada, también. Deja que el susodicho especialista se regodee en su desierto de términos y conceptos, a donde nadie le puede alcanzar, mientras tú, con los pies en la tierra y el vino en la garganta, disfrutas del momento: El vino es eso, disfrute. Quieres aprender sobre vinos y gastronomía de manera gratuita, suscríbete gratis en la comunidad www.soyvino.com
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